El verde es el color dominante al mirar el paisaje irlandés. Su vegetación salvaje en un enclave geográfico envidiable hace que reciba miles de turistas cada año. No es de extrañar que popularmente se conozca a Irlanda como "La Isla Esmeralda"


“Ni atisbo de sentimiento de venganza para envilecer la maldición de los hombres de la isla esmeralda”, decía William Drennan en su poema Erin. Y no se equivocaba cuando aludía a los colores verdes intensos de Irlanda como los de la piedra preciosa. Solo hay que coger el coche, disfrutar de cualquiera de sus carreteras secundarias, mirar a los lados para embelesarnos con la intensidad de sus verdes y la autenticidad de sus paisajes salpicados de animales y coloridas construcciones.

La autenticidad y cercanía de sus gentes y su belleza salvaje hace de Irlanda uno de los destinos más nostálgicos del mundo. Son pocos los visitantes que no quedan atrapados en sus redes y repiten visita siempre que pueden.

Irlanda hace las delicias de los cientos de miles de estudiantes internacionales que la visitan cada año y que disfrutan de su cultura milenaria, mientras que aprenden mucho más que un idioma, aprenden “valores humanos” junto a gente tan especial, aprenden a socializar (“socialising”), aprenden a amar al ser humano, porque todos los que nos hemos “empapado” de Irlanda, no podemos despegarnos ya nunca del todo.