Viajar a Irlanda en coche es algo que cada vez más familias españolas hacen. Cuando atravesamos Francia por sus espectaculares carreteras hacia el norte, para cruzar de forma directa a Irlanda desde Cherburgo o Roscoff, o a través de Inglaterra, las matrículas españolas de turismos cada vez son más frecuentes, aunque siguen siendo evidentemente las de camiones la gran mayoría de ellas.

La compañía irlandesa Irish Ferríes ofrece un servicio regular de tránsito entre Francia e Irlanda a precios muy asequibles, y si se quiere disponer de su propio coche para una estancia más larga en Irlanda, es una opción interesante. En una de nuestras visitas a uno de los colegios de Irlanda donde registramos alumnos españoles, vimos recientemente un monovolumen de matrícula española, y la directora del colegio nos explicó que han venido a pasar el año toda la familia. Cada vez son más las familias que optan por esta opción, siempre que se puedan permitir pedir una excedencia de un año, o tomarse un año sabático de sus trabajos.

Esta opción que le describiremos en otro artículo de nuestros blogs, implica atravesar Francia conduciendo, y para los que no conozcan la Bretaña francesa, hay lugares en el camino que bien merece la pena una visita.

En esta entrada concreta hablaremos de la ciudad de St Maló. Una visita a mediados de agosto a esta ciudad de la costa norte de la Bretaña puede resultar incluso algo agobiante, dada la exagerada cantidad de turistas que visitan la ciudad en su zona amurallada, en mi opinión personal una de las ciudades más espectaculares del mundo por sus impresionantes edificios todos ellos de piedra y superconservados. La ciudad es cierto que ha sufrido numerosas reconstrucciones. Su primer gran incendio lo sufrió en 1661, y durante la Segunda Guerra Mundial quedo completamente destruida en su zona de intramuros, por lo que sólo se han conservado en dos o tres de sus construcciones originales en madera. Su reconstrucción fue casi completa, ya que más de la mitad de intramuros fue destruido, pero se ha reconstruido con absoluta fidelidad a sus orígenes.

La ciudad Fue fundada en el S.XII y se llama así por un monje galés llamado Mac Low, que en el S.VI se convirtió en obispo de Alet, origen de la ciudad actual.  En 1308 se juramentaron en una comuna y en 1395 se sometieron al rey Carlos VI de Francia, quien les concedió la exención del pago de derechos portuarios. En 1590 sus habitantes, que eran católicos, se negaron a ver cómo subía al trono de Francia, Enrique de Navarra que era protestante, por lo que asediaron el castillo y se declararon "República independiente" durante cuatro años, hasta la caida del rey Enrique IV.  En los S.XVII y XVIII alcanzó una prodigiosa prosperidad gracias a sus navegantes que armaron buques para las Indias, China, África y las Américas. En 1967 se fusionó con Saint-Servan y Paramé.

Pasear tranquilamente por intramuros durante un par de horas, antes de llegar al puerto de Cherburgo a coger el ferry, es algo que no tiene precio.

 


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